Cuándo se le llama a un vino ‘roble’
Cuándo a un vino se le ‘denomina roble’, hace referencia a aquel vino que ha tenido un paso de tiempo de crianza breve en barricas de esta madera sin llegar a una cantidad de meses cercana a los 12 que serían los que marcarían el que pasase a denominarse ‘crianza’.
O sea, que hablar de un ‘vino roble’, implica un paso de unos meses por barricas.
también conviene indicar que la definición de ‘vino roble’ se asocia a los vinos tintos, no a los blancos.
¿De qué tiempo de crianza hablamos?
Hay ‘vinos robles’ que tiene un paso testimonial de 2 o 3 meses en barricas, pero la mayoría de los denominados ‘robles’ se sitúan entre los 4 y 6 meses, más cercamos incluso a esta última cifra de tiempo.
Con esto no queremos decir que no haya robles de 8 meses de crianza, pero más apropiado sería etiquetar a esos vinos como ‘vinos crianza’ con un plazo no muy largo de estancia en madera.
Desde nuestro punto de vista, cualquier vino que pase de 9 meses en barricas ya no se debería de considerar como ‘vino roble’ y ser ya un ‘vino crianza’.
¿Qué se busca en los vinos robles?
Si no hay paso por madera, es un vino joven. Con lo cual, lo que los convierte en vinos robles, es el paso por barricas. Por eso no es difícil saber que aportan de diferente este perfil de vinos.
En los vinos jóvenes aparece muy claramente la presencia de la fruta que, dependiendo de la varietal empelada, puede presentarse de forma muy intensa, poco menos que salvaje, corriendo el riesgo incluso de que presente demasiada acidez. Con el paso breve en madera, lo que se busca es ‘domar’ en cierta medida esa potencia de fruta que tienen los vinos jóvenes, dando aportes que proceden de la madera como toques especiados, a maderas, tostados, cacao, café florales, …. que buscan dar mayor complejidad al vino pero sin que pierda la frescura propia de los vinos jóvenes con mucha fruta.
Es decir, los vinos robles buscan aumentar la complejidad del vino en la cata sin que pierdan la esencia de la juventud.
Dependerá de cada enólogo y su forma de elaborar, de la uva, de las características de esta cada añada, del tipo de madera de la barrica, …., de una serie de factores que harán que un vino gane más complejidad o personalidad con un paso por barricas de 2, 3,…6 meses.
Lo que está claro es que los vinos robles tienen un perfil de consumidor muy diferenciado: son amantes del vino que buscan mantener la frescura y presencia de la fruta pero con un poco de complejidad, sin llegar a que el aporte de la barrica supere la carga afrutada.
Nuestro Heredad 26 Roble
Un ejemplo es nuestro Heredad 26 Mencía Roble, un monovarietal Mencía que tiene un período de 6 meses de crianza en barricas, en este caso, combinando roble francés y americano. Además, empleamos tanto barricas nuevas, de un solo uso (las nuevas dan más aportes de madera que las usadas) y muy pocas de más de dos usos.
Con esta combinación de maderas y solo 6 meses de estancia, buscamos que sea un vino más complejo que nuestro Mencía joven sin que llegue a superponerse a la esencia de la uva, o sea, que no le quite la presencia a fruta, la frescura y la viveza en su cata.
Además, para conjuntar bien ambas cosas, crianza en barricas y aporte frutal, una vez embotellado lo dejamos reposar en botellero 3 meses para que se afine.
El resultado es un vino fresco, joven, afrutado a la vez que elegante y de carácter, ideal para acompañar a muchos platos en excelentes maridajes.
Os animamos a que lo catéis y probéis más vinos robles y nos contéis vuestras experiencias.